Especialista en… Psicocoprofilaxis obstétrica

Stella Maris Castroman, Licenciada en obstetricia especialista en Psicocoprofilaxis obstétrica

Nunca voy a dejar de reconocer la capacidad de las que trajeron a nuestra carrera la colegiación, la licenciatura, la posibilidad de atender en los centros de salud y la cascada de capacitaciones, que hoy a las más jóvenes les parece tan natural.

Recorrido

Cuando comencé mi carrera ignoraba absolutamente su historia. Todas las profesiones van cambiando y adecuándose en el tiempo, pero la nuestra tiene condimentos que la hacen particularmente interesante.

Les cuento que soy parte de una generación que conoció a aquellas “parteras” que tenían un estilo de formación más práctica que académica.

Lo de ellas eran sus habilidades en la aplicación del libro de León cual biblia encarnada en los dedos. Admiraba su capacidad diagnóstica y resolutiva, sobre todo cuando veía en el hospital que los médicos se subordinaban a su opinión.

No obstante, la profesión crecía a pasos agigantados porque nosotras sabíamos que cuando la luz de la maternidad quedaba en penumbras, todos los partos nos pertenecían en toda la dimensión de su realización, desde lo farmacológico hasta lo psicológico.

Así es como, unas desde un lugar y otras desde otro, fuimos empujando para obtener los derechos de autor. Aunque haya quienes no lo sepan, hubo partos que hacíamos pero no nos pertenecían.  

La especialidad

En ese recorrido, una de las primeras practicas virtualmente reconocidas para que ejerciéramos casi en exclusividad nosotras, era el curso de psicocoprofilaxis obstétrica. Así lo llamábamos y con esa denominación (nunca muy asimilada entre las mujeres) comenzaron los primeros pasos de lo que hoy es la PIM.

En el medio de una larga trayectoria como obstétrica se fueron sumando muchas, muchas capacitaciones. Por supuesto que durante un largo tiempo prioricé aquello que no había sido en principio parte de mi formación.

No oculto mi afán por transmitir a las/os residentes, la situación de responsabilidad que significó para mi generación la incorporación en APS, la dedicación que significó estudiar para esa actividad en los consultorios de los centros de salud.

Desde entonces, pasé por todas las capacitaciones, idas y vueltas de la obstetricia que han quedado amarillas en un cajón fuera de mi currículo.

Y es esa la forma en que llegué a darme cuenta que el cierre de toda una carrera, saber cómo asistir a cada mujer en su parto, con cada particularidad, revestida de cualquier historia de vida o historia clínica, incluyendo todos los conocimientos que he ido acumulando sobre sexualidad, anticoncepción, adolescencia, atención primaria, psicología, farmacología, leyes que pasan por los derechos de las pacientes o de la salud sexual, docencia,  hasta hipnosis clínica!!!  todo, todo lo que he ido acuñando sirve para una sola y única situación que es pararme frente a una mujer embarazada con una perspectiva bien amplia, para abordar su maternidad desde una posición fundamentada y consciente.

Es por eso que decidí obtener esta especialidad en Preparación Integral para la Maternidad (PIM) y premiarme a mí misma con esa calificación después de tantas historias de partos, de consultorio. Porque es al arte de la obstetricia, al que he dedicado cada conocimiento académico y de vida.

Para terminar, quisiera contarles que cuando asistía a las clases para obtener la especialización llevé a dos de mis residentes y es a todas/os ellas/os que los convoco a responderse ¿pueden pararse ante una mujer y su familia para ser un profesional antes, durante y después del parto? ¿pueden ser buenos asesores?

Si pueden, eso es ser especialista. Y cuantas más perspectivas disciplinares concurran a su pensamiento, como ya está visto, más herramientas tendrán para resolver, mayor capacidad crítica y una vida profesional muy entretenida.

Y aún mejor si deciden exhibir en el consultorio “PIM Lic. en Obstetricia…”y vivir de ello.

spot_img